(NewsNation) — Aquellos que se mueven sin parar durante los primeros años de la mediana edad pueden ser más susceptibles a la demencia a medida que envejecen, descubrieron los investigadores.

El nuevo estudio, publicado el miércoles en la revista Neurology, analizó escáneres cerebrales de 589 personas en busca de una conexión entre la calidad del sueño en personas de 40 años y su edad cerebral más adelante en la vida.

Los investigadores encontraron una “relación dosis-respuesta” entre los dos factores: aquellos que informaron características de sueño más deficientes a los 40 años mostraban una edad cerebral avanzada en resonancias magnéticas obtenidas 15 años después.

Las características del mal sueño incluyen:

• Mala calidad del sueño
• Dificultad para iniciar el sueño
• Dificultad para mantener el sueño
• Despertar temprano por la mañana
• Somnolencia diurna

Los pacientes que informaron dos o tres características tenían una edad cerebral 1.6 años mayor que las personas que solo informaron una característica, que representaban aproximadamente el 70% del grupo.

Sin embargo, aquellos con más de tres características (alrededor del 8%) mostraron una edad cerebral 2.6 años mayor que sus contrapartes.

“En investigaciones anteriores se ha vinculado la falta de sueño con una capacidad de pensamiento y de memoria deficientes en etapas posteriores de la vida, lo que aumenta el riesgo de demencia”, afirmó a MedPage Today la autora del estudio, la Dra. Clémence Cavaillès. “Nuestro estudio, en el que se utilizaron escáneres cerebrales para determinar la edad cerebral de los participantes, sugiere que la falta de sueño está relacionada con casi tres años adicionales de envejecimiento cerebral ya en la mediana edad”.

“El envejecimiento cerebral avanzado está asociado con el deterioro cognitivo y los patrones de atrofia relacionados con el Alzheimer”, añadió Cavaillès. “Por lo tanto, la falta de sueño puede ser un objetivo importante para las intervenciones tempranas destinadas a prevenir el deterioro neurocognitivo, incluso antes de que comience la acumulación de amiloide y tau”.

Los investigadores utilizaron CARDIA, un estudio federal a largo plazo sobre enfermedades cardiovasculares, para obtener datos de referencia. Como las características fueron autoinformadas, los líderes del estudio reconocieron que los datos sobre el sueño de algunas personas podrían haber sido incorrectos.